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La noche estrellada. Vincent Van Gogh. |
ELI (mirándolo).– ¿Oyes eso? Parecen caballos corriendo… los potros apocalípticos.
YON (unos segundos después, apacible, sin sacar los ojos de su libro).– Es el viento que mueve cosas en los techos.
(Silencio. En la ventana, que está cerca a la mujer, el moribundo brillo del poste de la calle se apaga y vuelve a encenderse en un segundo)
ELI.– Ese sonido parece de trompeta, la trompeta del arcángel.
YON.– Algún tubo. (Estruendo de metal). Calaminas. (Yon cierra el libro. Mientras lo pone sobre la mesa de noche:) Deberías dejar de leer mucho la Biblia.
ELI.– Y tú, novelas policiacas.
(Yon apaga la luz de la lámpara, se cubre hasta los hombros, se acomoda de costado, mirándola. Ella gira y por debajo de la frazada busca un buen lugar para su espalda junto al pecho del hombre. Eli piensa en cómo llamarán al gato que le regalaron; Yon, en que no podrán tener sexo en dos días más, hasta que se le pase. El ambiente parece confirmar las predicciones para ese periodo: descargas nocturnas y noches frías.)