Víctor Hurtado Oviedo escribe tan bien que la mejor manera de
hablar de él es citándolo. Trabaja en prensa hace muchos años, lo cual
resulta un elogio para el periodismo escrito. Poco se conoce de su vida, debió
ser un hombre muy veloz en su juventud, pues pasó tan rápido por una carrera
universitaria que no se sabe por cuál. Hace buenos lustros dejó el Perú para
radicar en Costa Rica, deslustrando así un poco el periodismo local y
enriqueciendo más el centroamericano. Publicó un solo libro, Pago de letras, al
que el año pasado rebautizó como Otras disquisiciones.
“Temed al hombre de un solo libro”, recordó don Víctor
a su llegada al aeropuerto de Arequipa este año. “Yo soy hombre de un solo
libro… Soy un hombre temible”, concluyó. Los que estaban cerca vieron a un tipo
desgarbado, flaco, alto, inofensivo. Hace unos meses lo aquejaron dolores en la espina dorsal (no
es el único periodista que ha tenido problemas con la columna), por eso camina
igual que habla: despacio. No parece a primera vista un hombre temible, hasta
que se lee sus ensayos, entonces esta palabra recobra un sentido poco usado: se
ensaya a los caballos; antes a los niños se les amenazaba con ensayarlos; don Víctor
Hurtado Oviedo ensaya a sus lectores, cumple su amenaza.
Don Víctor (el don no se lo quita nadie) es un barroco
temible, retórico lector metido a periodista que, como lo repite cada vez que
puede, no le gusta escribir, extraña confirmación de lo que dijo Proust sobre Balzac: “Qué grandes escritores si no escribieran”; don Víctor no puede ser más
grande, por eso escribe poco.
Correo Arequipa, sábado 14 de diciembre de 2013

No hay comentarios:
Publicar un comentario