
“Temed al hombre de un solo libro”, recordó don Víctor
a su llegada al aeropuerto de Arequipa este año. “Yo soy hombre de un solo
libro… Soy un hombre temible”, concluyó. Los que estaban cerca vieron a un tipo
desgarbado, flaco, alto, inofensivo. Hace unos meses lo aquejaron dolores en la espina dorsal (no
es el único periodista que ha tenido problemas con la columna), por eso camina
igual que habla: despacio. No parece a primera vista un hombre temible, hasta
que se lee sus ensayos, entonces esta palabra recobra un sentido poco usado: se
ensaya a los caballos; antes a los niños se les amenazaba con ensayarlos; don Víctor
Hurtado Oviedo ensaya a sus lectores, cumple su amenaza.
Don Víctor (el don no se lo quita nadie) es un barroco
temible, retórico lector metido a periodista que, como lo repite cada vez que
puede, no le gusta escribir, extraña confirmación de lo que dijo Proust sobre Balzac: “Qué grandes escritores si no escribieran”; don Víctor no puede ser más
grande, por eso escribe poco.
Correo Arequipa, sábado 14 de diciembre de 2013
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