miércoles, 22 de enero de 2014

Los muchachones manos de tijera

Por sus manos han pasado las cabezas más brillantes de varias generaciones. Ellos se han encargado por décadas de dar estilo al tabernáculo de nuestra inteligencia. Miguel, Serafín y Santiago no solo tienen en común sus nombres angélicos sino también el trabajo, son peluqueros, cada uno con más de 50 años moldeando, a tiejeretazos, rebeldes melenas.

Nota aparecida en Correo Arequipa
OFICIO Y BENEFICIO. Hasta hace unas décadas, el arte de peluquero se aprendía de manera empírica, había un maestro que entrenaba a un aprendiz hasta que este podía hacerlo solo. Don Miguel Carrillo Castillo ha sobrepasado los 70 años y una nube azulina cubre parte de su ojo izquierdo, sin embargo, sus clientes confían ciegamente en su precisión con la tijera y la máquina de afeitar. A él le enseñó el oficio su hermano mayor, dueño de la peluquería en la que trabaja, ubicada a escasas cuadras de la iglesia de Chapi Chico. Don Miguel corta el pelo solo a varones y ha llevado su destreza hasta la selva. Allí los hombres quieren cortes más extravagantes, nos dice, en cambio, aquí nadie le ha pedido un peinado “como el de Carlos Cacho, por ejemplo”.

“ABRAN PASO AL FACTÓTUM”. En la ópera “El barbero de Sevilla”, Fígaro se precia de ser el mejor barbero de toda la ciudad, pero además es un factótum, es decir, un mil oficios. Este título le calzaría bien a don Serafín Beltrán Cabana, que ha sido taxista, camionero, peluquero y médico naturista. “Cabanita”, como se le conoce en el mundo de las tijeras y los espejos, tiene su peluquería frente al mercado La Chavela, un modesto espacio que sobrevive orgullosamente al tiempo. Don Serafín recuerda bien el primer día que se independizó . Su negocio, como las grandes empresas, tiene bien clara su fecha de nacimiento: 15 de septiembre de 1965, aunque don Serafín ya llevaba para entonces años en el oficio.

ENTRE PIES Y CABEZA. El poeta Walt Whitman escribió en cierta ocasión que “un hombre no es solo lo que está comprendido entre pies y cabeza”. Por supuesto, una persona como don Santiago Quichca Quispe es mucho más que eso. Puneño de nacimiento, entre sus aficiones supo conjugar cabeza y pies. Ya perdió la cuenta de todos los años que lleva al cuidado del estilo de cabezas ajenas, pero recuerda vivamente cómo una rotura de clavícula alejó a sus hábiles pies de las canchas de fútbol.
Don Santiago tiene su local cerca al parque San Antonio en Miraflores, y dice que siempre ha estado en ese distrito porque es más popular.

TODO CAMBIA. Los oficios de artesanos han variado con el tiempo, a veces nos embarga cierto romanticismo por lo antiguo, pero el cambio es signo de la vida. Parafraseando una canción de Charly García: Todo puede desaparecer, pero los peluqueros del barrio van a desaparecer.

Maestro "Cabanita", peluquero, taxista y santiguador.

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