"La escritura es más efectiva que la bolsa de
excremento".
Bart Simpson
Es triste
empezar diciendo que la cocina nos ha ganado un poeta. Hace poco otra
disciplina de uniformes blancos y pócimas nos quitó al ángel maldito, al
morboso pichón de la lira oxidada y hermosa. Mientras la primera, camaradas, se
lleva al "apu malhablado", cuyo nombre tensa la garganta y abre la
mandíbula como si un escupitajo, ¡Juan! La otra, la ciencia de Hipócrates, la medicina,
aleja de nosotros a Érick Ángelo.
Hace tres
años, en tanto el radioso Inti de Arequipa enrojecía la tarde, y la sombra de
los altos árboles agigantábanse como filudas dentelladas, Juan y Ángelo
participaron en el rito de iniciación de Fárrago, que, finalmente, terminó no
siendo lo que cierta vez fue: un grupete de nómades literarios que saquearon la
poesía por un tiempo.
![]() |
Manuel Mamani, Juan Hinojosa, Erick Ángelo y Percy Prado. |
Aquel
extinto grupo lo bautizaron también la hermosa e inteligente Saraí, la incitante
y ágil poetiza Maru y el mítico místico Manuel. Además -cómo podría obviarlo-
estaba en esa caterva Percy, que era el punto "oscuro" del grupo.
Cómo olvidar
su primer engendro, aquella sierpe plana de seis caras en cuyo lomo aparecía,
como puestos a la pared de un manicomio, la patota en pleno. Cómo olvidar los “zapatos
de goma”; cómo, el lóbrego texto de Juan, sí, aquel lienzo que herró un estilo.
Testigos de
aquella grandiosa aberración quedamos pocos. Nadie puede negar que en el breve
tiempo de su existencia hicieron cosas inolvidables, entre las que se cuenta,
cómo no, el Primer Chongo Literario, cuyas invitaciones las repartieron en
condones (recuerdo haber visto sonrojar al más elástico de los docentes). Por
la propaganda de aquel espectáculo se les quiso amordazar, asustar y expulsar.
Culpados de herir la honra y el pudor de las buenas personas que pululan por la
facultad de filosofía, fueron citados al decanato, donde lo único que se sabe
es que tuvieron una larga discusión con el decano.
Dos días
después se les impidió la realización del Chongo Literario dentro del pabellón
de Humanidades, pero ellos infectaron con rebeldía los ánimos de los
estudiantes. Cual si despertara el espíritu de los seculares dioses sometidos,
como si un Apu redivivo emergiera de las ofrendas olvidadas y abalanzara su
poder en un huaico incontrolable, así la multitud extática derivó al anfiteatro
del Ho Chi Minh. En la penumbra de aquel hemiciclo, apenas iluminados por la
luz ambarina de los postes circundantes, iniciaron el rito dando rienda suelta
a los versos. Desde entonces, aquel hueco del mundo se convirtió en su cubil,
allí despedazaban botellas y arrancaban llantos apocalípticos como en ebrios
pagos a la huaca.
No hay
Fárrago que dure un año ni cuerpo que lo resista, sin duda. Aquel grupo llevaba
en su propio espíritu el germen de su extinción. Un parásito de seis cabezas
robustas y hambrientas es un monstruo incontrolable. De repente, los seis
pescuezos quisieron reptar por senderos diferentes, así uno a uno fue
desgarrando el corazón que los unía. La saltarina Maru se acopló al frívolo
grupo Dragostea. Manuel, la real armadura, despreció su talento y se alejó por
los campos de la lingüística. Ángelo, el flaco pichón de buitre, levantó sus
alas colmadas de poesía y marchó a la revolucionaria Cuba.
Tras esto solo
quedaba la mitad de un órgano sangrante y latiendo materia pútrida apenas. Al
cual, el enamoramiento de Percy y Saraí le supo a puntapié. Sin embargo, junto
a los dos aún estaba el enano devorador de libros, Juan; y todavía a su
alrededor gravitaban ángeles malditos, putos borrachos y sáficas poetas, por lo
que se logró mantener el espíritu de Fárrago en los anuales Chongos Literarios.
Este viernes
se celebra una edición más de aquel grotesco evento, y seguramente será también
la despedida del Fárrago Juan, pero no significa el acta de defunción de un
grupo literario, porque si bien les tocó a ellos, sólo fueron la representación
humana de un espíritu mentempsicótico, al que otra vez, este viernes hijo de
una Venus mamona, sentiremos deslizándose por las sombras, en las voces de los
nuevos y los viejos poetas, abrasados de ron, de noche y de luna. Otra vez, como
una voz goéthica, lo escucharemos susurrar a los ebrios oídos: he estado aquí, tal como estoy ahora, mil
veces antes, y espero regresar otras mil veces más.
(*) Este es un deslenguado tributo a un intento: Fárrago. Apareció en un díptico el día que se realizó el Chongo Literario 2009. No se ha confirmado el autor, la mayoría culpa a un tal Belzú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario