lunes, 7 de octubre de 2013

Teatro Pizarro

Maca es uno de los distritos de Caylloma, se ubica entre el nevado Walka-Walka y el Sabancaya. Lo que hace singular a este pueblo no es solo la hermosura de su paisaje, sino también el hecho de ser el único en el Valle del Colca que ha conservado la tradición de escenificar la captura y muerte de Atahualpa, dramatización que los lugareños llaman Teatro Pizarro (Así lo registra el libro La doncella sacrificada: Mitos del Valle del Colca, de Carmen Escalante y Ricardo Valderrama, editado en 1997 por la UNSA y el Instituto Francés de Estudios Andinos). Esta expresión “teatral” no es herencia exclusiva de los maqueños, muchas comunidades andinas la representaban hasta mediados del siglo veinte.

Decapitación de Atahualpa, anónimo (s. XVIII),
original en el Museo Inca, Cusco.

En los pueblos andinos, los relatos míticos, los cuentos, las canciones son parte del sistema de tradición oral, conforme avanza el tiempo sufren cambios y reinterpretaciones. Lo mismo el Teatro Pizarro, cuyo antecedente más remoto está en el siglo XVI. Parece obvio señalar que la representación de la captura y muerte de Atahualpa, para sobrevivir a ese “largo tiempo”, tuvo que desarrollar cambios que estén acordes a la época. En 1962, Pedro Pablo Quispe Chiwchi, poblador de Maca, al consultar un libro de Historia se da cuenta de que “lo que hacían no era conforme”. Dice además: “cuando yo nuevamente lo revivo, recién hicimos completo el teatro”. Quispe renueva, entonces, el Teatro Pizarro y le da una versión escrita, que aparece en el libro antes mencionado (Este hecho demuestra el prestigio de la cultura escrita sobre la oral).

La readaptación de este poblador es la que se representa en nuestros días (o, según los datos del libro, hasta fines del siglo pasado) en Maca y en otros pueblos a los que PPQ y sus compañeros son invitados. Resulta interesante que los lugareños se refieran al Teatro Pizarro como baile. Una tradición como esta no puede quedarse por mucho siendo complemente “fiel” a la Historia, es decir, a la versión oficial de esta. Al final de la versión descrita por Quispe Chiwchi, Atahualpa, después de arrojar la Biblia –símbolo de la religión occidental–, es apresado y muerto, entonces la banda de músicos toca el yaraví La muerte de Atahualpa; pero el inca no muere, luego de estar tendido en el suelo, se levanta y baila con los demás.

Don Pedro Pablo recuerda que la mayor parte de los runas están a favor de Atahualpa, gritan: “Inca no dejes que te maten”, “Mátalo a Pizarro”, “Nosotros somos la raza inca”, “Nosotros somos sus descendientes, los descendientes del inca”. “Diciendo esto –agrega–, cierta vez en el pueblo de Yanque me arrojaron con una piedra en la cabeza. Y yo que actúo de Pizarro me vi chorreando sangre”.

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